agosto 07, 2011

Debe recordarse el amor

Puede que de todas las cosas que podemos hacer en la vida, las únicas realmente relevantes sean amar o morir, y a decir verdad, yo prefiero ambas: Amar hasta Morir… y después de ello.

Pedacitos de Cielo. VDV

Llego de pronto y no sé cómo, no tenía idea de que lo quería ni que deseara tanto que fuese mío hasta que lo fue. No notaba la falta que hacía su esencia en mi vida hasta que noté su brisa rosando mis ojos y su aliento embriagando mis labios, cuando con sus alas apretó mi cintura ciñéndose a su forma y en instantes eternos me fui fundiendo en él. Ahora, él me pertenecía, yo le pertenecía; una masa homogénea de entes que lo conforman todo y van llenando el universo  de partículas subversivas de las que nadie puede hacerse ajeno.

Asi llega el amor, tan sublime que sueñas de día, tan letal que no puede uno dormir por las noches. No importa cómo o cuándo, todos lo experimentamos en nuestra vida. Con el olor de las flores o con el retozar de un bebé, con una simple mirada, con un beso pulcro.

Y aun existiendo el amor, aun con él, contundente, llenándolo todo ¿Cómo podemos olvidarlo? ¿Cuándo lo depreciamos? ¿Cómo podemos hacerle daño a quien nos ama? O más difícil de contestar ¿Cómo olvidamos amarnos a sí mismos?

Vivimos tan preocupados de que alguien dañe nuestra integridad, con temor de que alguien más comparta lo que es “nuestro” dígase el tiempo, espacio, lugar, pensamiento. Todo eso que jamás poseeremos. Vamos tan inseguros por el mundo, con la cabeza gacha para que nadie nos reconozca. Por ello dudamos hasta del anciano haraposo que nos regala un poco de su amor sin dueño con una sonrisa y un “buenos días”.

Tememos que exista alguien que nos descubra a profundidad, a pesar de que siempre luchamos por encontrar a alguien, y con ello se entere de nuestras debilidades y delitos, y nos deje expuestos, con el corazón fuera del pecho a expensas de ser herido.

Y así continuamos, dañando a quien creemos nos puede dañar, con el afán de protegernos perdemos el sentido del raciocinio, nos desquitamos por el daño que nos han provocado en el pasado, con las cicatrices aun frescas. Pronto nace el odio, acrecentado por el miedo, la ansiedad, el egoísmo que se va aferrando en las entrañas de cada uno, consumiéndonos. Al parecer es más fácil encogernos en nuestro egocentrismo a permitirnos amar y sentirnos amados.

Por ello, con este soliloquio, les invito a sonreir en llos días más nublados,  a disfrutar y recordar que siempre habrá quien nos ame, a pesar de lo mucho que creamos nos odien nuestros “enemigos”. Y en el mejor de los casos siempre contamos con la persona más importante: NOSOTROS MISMOS. Den en cada mirada toda la bondad y respeto que sean capaces de albergar en su corazón. Fecundemos con paz y armonía este valle fértil que nos lo pide a gritos.

Con cariño Sincero
Victoria Del Val

Con una dedicatoria especial a mis amigos, familia y por supuesto a ti Juan que has sembrado en mí dicha y esperanza. Te amo.

1 comentario:

Tabúsoliloquio dijo...

Magnifico chica!!!! Me habéis llegado... Tienes mucha razón y es muy cierto que llegamos a ser tan torpes por tanto temor... Pero si hay tanto amor ¡¡¡¡que necesidad!!!!... En verdad que es una buena entrada para invitarnos a la reflexión y posteriormente emanar un "LO SIENTO"... Encantado señorita Del Val, ¡muchas gracias!