Antes de festejar, y que para tal acto bastante imposibilitado me hallo, me puse a pensar y a cuestionarme sobre lo que hoy nos ocurre a todos los mexicanos; aquel suceso mexicanísimo que según los medios informativos y prácticamente acorde al decreto federal, nos debe causar un enorme sentir de orgullo patrio. En efecto mis amigos lectores, me refiero al bastante comercial y mentado tema del “Bicentenario”.
Por lo visto, todos han puesto su granito de arena, para solidarizarse y unirse al festejo; y por qué no, sacarle el mayor provecho posible a la circunstancia. Es por ello que para colaborar con la patria ya tenemos ahora una nueva “Academia” edición “bicentenario”; también, aprovechando el sentimentalismo que invade al auditorio mexicano, un nuevo proyecto denominado “Décadas”; ¡¡¡Y claro!!!, cómo dejar pasar por alto aquel reality con un sentir 1000% patriótico, el Teletón región bicentenario, nuestra bella “Iniciativa México” .
Pero no quiero seguir hablando de ello, pues ya sería más de lo mismo, nada que sorprenda a la tradición mexicana. Yo, en realidad, quisiera pensar en el bicentenario, sin embargo, por más cuentas que hago, por más que he intentado alterar las fechas como cuando se hacen las declaraciones de impuestos ante hacienda, nomás la cuenta no me cuadra.
Remembremos: En el año de 1810 un puñado de gachupines criollos y un colado indio-español (indio de la India) se rebelaron contra los peninsulares y la débil corona española. ¿Acto de patriotismo? Más bien, causado por la envidia de no poseer los mismos privilegios que los nacidos en la nación ibérica, historia que todos, o casi todos, conocemos. Pero vean, llegó 1811 y aún no había independencia, y qué importaba si Hidalgo la había proclamado, total, para el 30 de julio ya lo habían agujereado, ¿Y si fallaba el movimiento?... Así pues llegó 1812, 1813, 1815, 1819... hasta que por fin apareció 1821 cuando el ejército trigarante hizo su entrada triunfal, el 27 de septiembre, en la naciente chilangolandia. Y fue allí en verdad cuando México fue destetado de España. Pero… ¿Había independencia?... Tal vez cuando culminó el imperio de Iturbide… ¡Ah no! Cuando culminó la era de Santa Anna… ¡No! Mejor dicho cuando se acabó el porfiriato… ¡No! Más bien cuando el PRI dejó el poder… ¿O talvez cuando…?
Y creo que de todo esto solo nos queda una pregunta: ¿Y la independencia?
Lo cierto es que ante tanta fanfarronería, bombos y platillos; el pueblo de México ha sabido ser un leal espectador de todo un “Show” monopolista, apoyando a todo líder que le hable bonito pero que indirectamente sólo busca poder. Y así hemos visto desfilar a varios extraños, extranjeros; que van y vienen. Les damos el mando y después nos azotan; pero bueno, ya es parte de nuestra digna tradición mexicana; dejamos de servir a unos, para servir a otros y seguimos igual, o peor. Es por ello, que dándole un vistazo a la historia, podemos entender que siempre hemos de servir a un poder superior, y en México, el poder no es de México desde aquel 13 de agosto de 1521 cuando México fue de México y para México, por última vez.
SOLILOQUIO:
¡Ah que lindo vemos tanta fiesta, tanta pompa y pachanga por doquier… pero ya veremos en el 2021 al gobierno federal en función, reclamando un nuevo bicentenario, y quizá, “legítimo”.
Gilberto Esteban Gómez Lara.
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