julio 08, 2011

Una Historia Triste


Y hubo una vez en un tiempo tan irrepetible que ni una máquina del tiempo podría siquiera remediarlo dos pulsos que latieron al mismo tiempo, ni uno antes ni el otro después, si no que ambos en una perfecta sincronía tan hermosa que se apartaba de la realidad de aquellos otros pulsos que trataban de hallar su propio ritmo.


El tiempo pasaba y aquel par de sonidos que interrumpían la frecuencia del sonido con un melodioso ruido casi mecánico y dependiente de la electricidad no cesaba de estar en esa sincronía perfecta, sin embargo, casi de manera imperceptible para los demás, más no para los dos pulsos notaron como uno de ellos bajaba de tono lentamente, así que su pareja tenía que latir cada vez más y más fuerte para seguir escuchando ese hermoso sonido del unísono rompiendo el velo de las tinieblas y la realidad.


Los dos pulsos se seguían escuchando como uno solo, pero era debido a que uno de ellos estaba aportando cada vez más y más de sí porque el otro cada vez latía menos fuerte, amenazando con apagarse. El pulso que latía cada vez más fuerte estaba aterrado de quedarse sin aquella pareja perfecta para ejecutar su melodía en sincronicidad, así que empezó a hacer todo lo que estaba a su alcance para evitar que se apagará por completo aquel pulso muribundo.


Así tardaron un buen tiempo, pero entonces llegó hasta los oídos de un malvado músico amargado aquellas vibraciones que le irritaban por ser, tal vez, mejor que cualquier pieza que él hubiera creado en vida, así que lleno de egoismo, comenzó a buscar la fuente de aquel sonido hasta que se encontró con aquel par de pulsos. Su fino oído entrenado pudo diferenciar como uno de los dos estaba emitiendo aquella frecuencia sonora cada vez más baja, así que no perdió oportunidad.


Había decidido romper con esa sincronización y ya había encontrado el punto débil de esa pareja.

Aprovechando que el otro pulso estaba haciendo prácticamente el doble trabajo, entonces el músico malvado entró a su caja de sonidos y empezó a averiarle varios circuitos con la esperanza que se sobrecalentara y muriera, sin embargo, el músico pudo haber destruido su mecanismo físico, más no su alma y corazón cálido, de modo que con mucho esfuerzo, pero aún decidido a jamás perderse de su pareja melodiosa, seguía emitiendo su cántico que lo aislaba de la realidad, pese a estar descompuesto y pese a que tenía que hacer ahora el trabajo de su pareja.


¿Si hacía el trabajo de su pareja, entonces para que la seguía manteniendo a su lado? Simplemente porque la amaba, amaba ése pasado de cuando empezaban a cantar juntos, así que ya no podía parar...


El músico no se explicó cómo era que seguía escuchando aquella melodía... Debía de estar muerto aquel latido que sin motor seguía emitiendo el doble canto de su pareja ahora casi muda. ¿Por qué?


El músico decidió dejarlos en paz y mejor marcharse de ahí, tal vez inspirado por aquella pareja y decidido a componer una melodía similar a la escuchada.


Aquel pulso descompuesto, pero aún sonante, cautivado e incapaz de vivir sin su pareja era consciente que de un momento a otro quedaría agotado y desaparecería. Trató de convencer al otro pulso que siguiera cantando, pero el otro no parecía estar interesado; ya se había acostumbrado a que el otro hiciera su trabajo.


El pulso agotado decidió tolerar aquella exigencia y siguió acortando su tiempo de vida para mantener contenta a su pareja. Tal vez le quedaba un día más de vida, pero fue entonces cuando el pulso mudo decidió irse repentinamente, lanzando un ruido violenco que desentonó aquella maravillosa melodía que llevaba sonando hacía años en ése umbral misterioso de objetos musicales.


"No te vayas" cantó aquel pulso moribundo después de haber trabajado doble y sin motor ni energía más que el de su alma y corazón, ahora casi vacíos.

Y aquel latido que había parecido perfecto se fue sin siquiera dar una explicación, dejando a su compañero totalmente destrozado mecánica y espiritualmente; jamás sería capaz de entonar alguna melodía.


Triste y herido, sin motor ni gasolina para seguir emitiendo sonidos, se apartó a un rincón oscuro donde se acobijó con soledad para tratar de alagar el corto tiempo de vida que le quedaba. Entonces, no pasó mucho, escuchó aquella melodía de su antigua compañera en perfecta sincronía, pero con otro pulso... Sin embargo, aquella melodía jamás dejó de resonar en el umbral misterioso.


"¿Por qué?" se preguntó mudamente aquel pulso descompuesto, sintiéndose usado y despilfarrado. Tal vez pasó años buscando la respuesta, pero sin poder emitir canto alguno, nadie acudió en su ayuda hasta que un buen día, se lleno de óxido y su caja de corazones se quedó quieta de manera permanente, tal vez lo más parecido a lo que los seres humanos llamaban muerto.


Jamás supo la respuesta.

1 comentario:

Tabúsoliloquio dijo...

Simplemente profundo mi hermano... Lo es!!!