Disfrutaba de una deliciosa taza de chocolate y me di cuenta, mis ojos desmesurados se enfocaron sobre la pequeña cabecita que se habría paso entre la esponjosa masa que lo recubría…
Vaya sorpresa, ¡un niño frente a mis ojos! con los ojitos cerrados y tan blanco como la leche. Aún no terminaba de pasar mi asombro, cuando atragantándome con mí espumosa taza caliente noté un punto blanco justo a su lado: ¡otro pequeñito!
-¿Es qué esto nunca acaba? –pregunte adormilada, mientras los demás volteaban a verme y rompían a reír a coro por mis ocurrencias.
Así es amigos, de la mini-ligth-rebanada de Rosca de reyes que dispuse, salieron dos muñequitos, ¡dos! y hoy, por supuesto, yo pago los tamales… bueno, no realmente, la verdad es que me tocó poner la música, ya que lamentablemente esta tradición que data desde la época de la conquista se ha ido deteriorando con el paso de los años.
Esta celebración indica la presentación del niño Jesús al templo después de los 40 días de nacido, marcando con esto, el término de la navidad. Coincidentemente, en México se celebraba por estas fechas un rito similar, según se narra en los escritos del fraile Bernardino de Sahagún, en el que nuestros antepasados rendían culto a los dioses con tamales y atol, para pedir por lluvias fertilizantes y cultivos abundantes. Con la conquista estas costumbres se fusionaron y trajeron consigo lo que hoy conocemos como “el día de la candelaria”. Recibiendo este nombre derivado de la palabra “candela” ya que hace referencia a Jesús como la Luz del mundo. En la comunidad católica, se ha adjudicado la aparición de una virgen en las islas Canarias como patrona de estas fiestas y se le festeja también a ella pidiendo los habitantes de estas islas por el clima en sus tierras.
Pese a todos los antecedentes, la historia que ha hecho de estas festividades una tradición mundialmente conocida, se ha ido deteriorando, si bien aún se marca en el calendario, es conocimiento de muchos que esta se utiliza como un pretexto para una convivencia social , dejando de lado los valores y principios que justificaron su existencia. Gran ejemplo de ello es que ya podemos celebrar este día ¡en cualquier antro de nuestra ciudad! Siendo originalmente para la tradición católica y para muchas religiones una fiesta de guardar.
No es anormal que nuestro ritmo de vida y nuevas adopciones culturales modifiquen drásticamente nuestras tradiciones, sin embargo, en mi particular opinión, considero que hay cosas por las que se debería guardar respeto. Que este día sea un recordatorio de la Luz que falta en nuestras vidas, que celebremos, ¡si!, ¡por supuesto!, pero unidos, con las personas que amamos derrochando amor y armonía propagando esa Luz en nuestros corazones, no rodeados de completos extraños al ritmo del bum bum y totalmente embriagados (cosa que aclaro, no es de mi incumbencia, podemos hacerlo estoy de acuerdo, es nuestra vida, pero no usemos de pretexto estas festividades es como restarle credibilidad en este mundo de por sí ya insano).
Cierro este día tan sólo con una felicitación e invitándoles a que reflexionen, no sobre esta nota específicamente, pero si sobre la vida, que analicen y que actúen. Recuerden que este espacio es suyo y la retroalimentación nos permite crecer. Un fuerte saludo y un beso.
Victoria Del Val.